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15.7.- LOS SEISES DE SEVILLA: UNA TRADICIÓN CENTENARIA EN LA CATEDRAL

Sevilla, la ciudad de los naranjos y los azulejos, guarda uno de los espectáculos más encantadores y cautivadores que se despliega en la majestuosa Catedral. Durante los ocho días posteriores a la festividad del Corpus Christi y en la semana de octava de la Inmaculada, los "seises" toman el escenario. Este grupo, cuyos trajes y canciones nos transportan al siglo XVI, conforma un maravilloso conjunto de canto y baile, llevando consigo una historia que se remonta a tiempos inmemoriales.

La historia de los "seises" se teje en los anales de la Catedral desde el año 1439, cuando eran conocidos como "niños cantorcillos" y "mozos del coro". Su reglamento oficial data de 1508. Inicialmente, estos jóvenes artistas se vestían como pastorcillos, con trajes que mostraban la sencillez y la inocencia propias de su juventud. Con el tiempo, sus atuendos evolucionaron hacia los exquisitos trajes de paje al estilo de la corte de los Austrias, destacando por su jubón ajustado, calzones cortos, medias blancas y sombreros adornados con plumas.

El nombre de “seise” es una modificación fonética, mediante el “seseo” andaluz, de la palabra de castellano antiguo “seize” que significaba dieciséis. Así pues, en un principio los “seises” fueron, sin duda, un grupo de dieciséis niños, aunque actualmente se han reducido.

La música y los bailes de los "seises" evolucionaron a lo largo de los siglos, transformándose desde villancicos medievales hasta complejas composiciones musicales acompañadas por órgano y orquesta. Su repertorio es un reflejo del gusto y la sensibilidad de cada época, manteniendo siempre un compás lento y solemne que añade un aura de gracia y reverencia a su actuación.

A pesar de su innegable belleza y solemnidad, la tradición de los "seises" no siempre fue aceptada por todos. Algunos arzobispos intentaron suprimir esta práctica, pero el Cabildo catedralicio, respaldado por bulas pontificias, defendió con valentía esta rica herencia cultural. Incluso cuando los papas intervinieron para mantener viva la tradición, se impuso la condición de que los trajes existentes no podrían ser reemplazados por otros nuevos, lo que llevó a ingeniosas reparaciones y remiendos para preservar esta tradición inigualable.

Además de su papel en los cultos religiosos, los "seises" participan en procesiones importantes, llevando su gracia y devoción a las calles de Sevilla. Su presencia durante la procesión del Corpus, donde bailan y cantan delante de la Custodia, es especialmente conmovedora, convirtiéndose en un testimonio vivo de la rica historia y espiritualidad de la ciudad.

La influencia de los "seises" trasciende incluso los límites de la Catedral. Gracias a ellos, el color celeste se convirtió en el tono litúrgico oficial para las fiestas de la Virgen en toda la Cristiandad, un tributo a la gracia y la belleza que estos jóvenes artistas aportan a la fe católica.

Los "seises" de Sevilla son más que simples bailarines; son guardianes de una tradición centenaria, portadores de la esencia misma de Sevilla y testigos de la devoción y la elegancia que definen esta ciudad única en el mundo. En cada paso que dan y en cada nota que entonan, los "seises" nos recuerdan la importancia de preservar y celebrar nuestras raíces culturales, haciendo de Sevilla un lugar verdaderamente mágico y eterno.

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