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15.4.- LA TRAGICA HISTORIA DE SAN HERMENEGILDO: PRISION Y SACRIFICIO EN SEVILLA

En la enigmática Ronda de Capuchinos de Sevilla, se encuentra una iglesia que lleva el nombre de San Hermenegildo. En su fachada, una lápida de mármol revela que este lugar está "santificado por la prisión y sangre de San Hermenegildo". Sin embargo, la realidad es más compleja y fascinante que esta afirmación inicial. Acompáñanos en un viaje a través de la historia para descubrir la vida, creencias religiosas y el trágico destino de San Hermenegildo, un personaje esencial en la evolución religiosa de la España medieval.

Hermenegildo, hijo del rey Leovigildo y de su primera esposa, Teodosia, nació en una época de tensiones religiosas en la Península Ibérica. A pesar de que su padre era arriano, una rama heterodoxa del cristianismo, su madre era católica y crió a Hermenegildo en esta fe. La elección de Hermenegildo de casarse con una princesa católica, Ingunda, consolidó aún más su compromiso con el catolicismo.

Cuando Hermenegildo asumió el cargo de gobernador de la región Bética, en Sevilla, se convirtió en un ferviente defensor de la fe católica. Asistía a los oficios en la iglesia catedral y abiertamente profesaba su fe en un momento en que el arrianismo era la religión oficial del Estado.

La situación se agravó cuando Leovigildo, furioso por la desobediencia religiosa de su hijo, le exigió que se adhiriera al arrianismo en sus funciones oficiales. Hermenegildo se mantuvo firme en su fe católica y proclamó públicamente que la religión oficial debía ser la católica en la región Bética. Además, se nombró a sí mismo rey de España, un desafío directo al poder de su padre.

La rebelión de Hermenegildo llevó a una guerra civil religiosa en la región. Leovigildo reunió un poderoso ejército y marchó hacia Sevilla, mientras Hermenegildo buscó el apoyo de los bizantinos para enfrentar a su padre.

Para evitar que los bizantinos pudieran socorrer a Hermenegildo, Leovigildo realizó una maniobra estratégica audaz. Desvió el curso del río Guadalquivir, que solía fluir por el centro de la ciudad, hacia un nuevo cauce. Esta acción bloqueó el acceso de la flota bizantina a Sevilla y dejó a Hermenegildo aislado.

Después de meses de asedio y escasez de recursos, Hermenegildo se rindió y fue apresado. Leovigildo, al ver a su hijo, sintió ternura, pero su corazón se volvió a la furia al darse cuenta de que Hermenegildo aún llevaba las insignias reales y la corona sobre su frente, desafiando su autoridad.

Hermenegildo fue condenado a muerte por traición al Estado, al rey y a la religión oficial. Fue llevado a Tarragona, donde enfrentó su trágico destino. El alcaide de la prisión, llamado Sisberto, lo decapitó, poniendo fin a la vida de un hombre cuya firmeza en sus creencias religiosas dejó una huella imborrable en la historia de Sevilla y de España.

La historia de San Hermenegildo es una narrativa de lucha y sacrificio en medio de un contexto de intensas tensiones religiosas y familiares. Su martirio en Sevilla es un recordatorio de la importancia de la fe y la determinación en momentos de adversidad. Aunque su sangre no se derramó en el lugar que lleva su nombre, su legado perdura como un símbolo de convicción religiosa en la rica historia de esta ciudad andaluza.

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